
Todo circulo tiene su centro; puedes saberlo o no. Puede que ni siquiera sospeches que existe un centro, eres un circulo...existe un centro. Sin el centro no puedes existir; existe un núcleo de tu ser.
En ese centro eres ya un Buda, uno que ha llegado a casa. En la periferia estás en el mundo: en la mente, en los sueños, en ansiedades, en mil y un juegos. Y tú eres las dos cosas.
Tiene que haber momentos en los que ves que durante unos breves instantes has sido un Buda: la misma gracia, la misma conciencia, el mismo silencio; el mismo mundo de beatitudes, de bendición, de bienaventuranza. Habrá momentos, vislumbres de tu centro. No pueden ser permanentes; una y otra vez serás arrojado de nuevo a la periferia. Y te sentirás estúpido, triste, frustrado, sentirás que te pierdes el sentido de la vida...porque existes en dos planos: el plano del centro y el plano de la periferia.

Del mismo modo un hombre de conciencia y conocimiento se mueve desde la periferia al centro y del centro a la periferia. Nunca se queda fijo en ningún sitio. Del mercado al monasterio, de ser extravertido a ser introvertido, se mueve continuamente porque esas son sus dos alas. No están enfrentadas una con otra. Claro que están eqilibradas en direcciones opuestas; tiene que ser así. Si la s dos alas estuvieran en el mismo lado, el pájaro no podría volar hacia el cielo. Tienen que estar equilibradas, tienen que estar en direcciones opuestas, pero siguen perteneciendo al mismo pajáro y sirven al mismo pajáro.
Tu exterior y tu interior son tus alas.
(Osho, conciencia)
Sin tí es como si me faltara un ala. Tú me ayudas a ser. Tú me ayudas a volar.
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