
La polarización del Miedo que se produce entonces, puede ser muy peligrosa, porque la gente que tiene miedo es capaz de justificar cualquier clase de extremismo.
Podía ver que a partir de aquel momento la larga historia de la humanidad se desarrollaba marcada por esas dos necesidades en conflicto. Por un lado, estamos capacitados para superar nuestros miedos gracias a la fuerza de nuestras intuiciones, a las imágenes mentales que nos recuerdan que estamos en la vida para cumplir con algún designio determinado que ayude a avanzar la cultura en una dirección positiva que solo nosotros, como individuos, actuando con valor y sabiduría, podemos inspirar. Desde la fuerza de estos sentimientos recordamos que, por insegura que la vida nos parezca, no estamos solos, que hay un objetivo y un significado fundamental subyacente al misterio de la existencia.
Pero, por otra parte, a menudo somos victimas de la necesidad opuesta, la de protegernos del Miedo, y perdemos a veces de vista nuestro objetivo, para caer en la angustia de la separación y el desamparo.
El Miedo puede conducirnos a una espantosa auto protección, a luchar por conservar nuestra posición de dominio, a robar la energía de los demás, y resistirnos continuamente al cambio y la evolución, indiferentes a toda información nueva y positiva que pudiera sernos de utilidad.
(La décima revelación, James Redfield)
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