
Ellos creen que las emociones tienen una verdadera importancia; se quedan grabadas en cada célula del cuerpo, en el núcleo de personalidad, en la mente y en el ser eterno. Así como ciertas religiones hablan de la necesidad de alimentar al hambriento y dar de beber al sediento, aquella tribu decía que el alimento y el líquido que se dan y la persona que lo recibe no son esenciales. Lo que cuenta es el sentimiento que se experimenta cuando se entrega con sinceridad y afecto.Dar agua a una planta o a un animal moribundos o dar ánimos a una persona proporciona tanta sabiduría sobre la vida y nuestro Creador como dar de beber a una persona.
Cada uno de nosotros abandona este plano de la existencia con una tarjeta de puntuación, por así decirlo, en la que se refleja momento a momento el modo en que se han dirigido las propias emociones. Son los sentimientos incorpóreos que llenan nuestra parte eterna los que marcan la diferencia entre los buenos y los menos buenos. La acción es tan solo un canal mediante el que se permite expresar y experimentar el sentimiento, la intención.
Vosotros creéis que la Divina Unidad ve y juzga a las personas. Nosotros creemos que la Divina Unidad siente la intención y la emoción de los seres, que no está tan interesada en lo que hacemos como en el modo de hacerlo.