jueves, 22 de septiembre de 2011
Telepatía
Los Auténticos no creemos que la voz estuviera destinada al habla. Para hablar se utiliza el núcleo corazón- cabeza. Cuando se usa la voz para hablar, uno tiende a enredarse en pequeñas conversaciones innecesarias y menos espirituales. La voz está hecha para cantar, para loar y para sanar.
Me dijeron que todos tenemos múltiples talentos y que todos podemos cantar. La cantante que hay en mi interior no desaparecerá aunque yo no honre ese don porque crea que no sé cantar.
Más tarde, durante el camino, cuando trabajaban conmigo para desarrollar mi comunicación mental, aprendí que que mientras tuviera algo en el corazón o en la cabeza que siguiera creyendo necesario ocultar, no funcionaría. Tenía que pactar absolutamente con todo.
Tenía que aprender a perdonarme a mí misma y aprender del pasado, en lugar de juzgarme. Ellos me demostraron que lo fundamental era aceptarme, ser sincero y quererme a mi misma para obrar de igual manera con los demás.
Por fín comprendí por qué caminábamos en silencio. Aquella gente se comunicaba la mayor parte del tiempo mediante telepatía y yo era testigo presencial. No se oía ni un solo sonido, pero se estaban transmitiendo mensajes entre personas separadas por unos 30 km.
Me explicaron cómo funcionaba. Si un niño de dos años, viera a otro niño jugando con alguna cosa (una roca, tal vez, tirada por una cuerda) y ese niño intentara quitarle el juguete a otro, inmediatamente notaría que las miradasa de todos los adultos se volvían hacia él. Aprendería entonces que se conocía su propósito de coger algo sin permiso y que no se aceptaba. El segundo niño aprendería también a compartir, aprendería a no aferrarse a los objetos. Este niño ya había disfrutado y almacenado el recuerdo de la diversión, de modo que sería la emoción de la felicidad lo que desearía y no el objeto.
Imaginé que a mis compatriotas les iba a costar creerse lo de la telepatía mental. Aceptarían fácilmente que en el mundo hubiera seres humanos que se comportaran con crueldad entre ellos, pero serían reacios a creer que en la Tierra hubiera personas que no fueran racistas, que vivieran juntos con una total compenetración y armonía, que descubrieran sus talentos únicos y propios y los honraran, como honran a todo lo demás.
Según Outa, la razón primordial por la que los Auténticos saben usar la telepatía es porque no mienten nunca. No utilizan siquiera una pequeña invención, ni una verdad a medias, ni una grosera afirmación falaz. No mienten en absoluto, de modo que no tiene nada que ocultar. Son gente que no tienen miedo de abrir sus mentes para recibir, y están dispuestos a darse información mutuamente.
Los humanos estaban destinados a comunicarse mediante la telepatía. Las diferentes lenguas y los diversos alfabetos son obstáculos que se eliminan cuando las personas, utilizamos la comunicación mental. Pero yo razonaba que eso jamás funcionaría en mi mundo, donde la gente roba a su empresa, defrauda a Hacienda y comete infidelidades. Mi gente no tolerarían jamás una “mente abierta” en su sentido literal. Hay demasiados engaños, demasiado dolor, demasiada amargura que ocultar.
(Las voces del desierto, Marlo Morgan)
Me dijeron que todos tenemos múltiples talentos y que todos podemos cantar. La cantante que hay en mi interior no desaparecerá aunque yo no honre ese don porque crea que no sé cantar.
Más tarde, durante el camino, cuando trabajaban conmigo para desarrollar mi comunicación mental, aprendí que que mientras tuviera algo en el corazón o en la cabeza que siguiera creyendo necesario ocultar, no funcionaría. Tenía que pactar absolutamente con todo.
Tenía que aprender a perdonarme a mí misma y aprender del pasado, en lugar de juzgarme. Ellos me demostraron que lo fundamental era aceptarme, ser sincero y quererme a mi misma para obrar de igual manera con los demás.
Por fín comprendí por qué caminábamos en silencio. Aquella gente se comunicaba la mayor parte del tiempo mediante telepatía y yo era testigo presencial. No se oía ni un solo sonido, pero se estaban transmitiendo mensajes entre personas separadas por unos 30 km.
Me explicaron cómo funcionaba. Si un niño de dos años, viera a otro niño jugando con alguna cosa (una roca, tal vez, tirada por una cuerda) y ese niño intentara quitarle el juguete a otro, inmediatamente notaría que las miradasa de todos los adultos se volvían hacia él. Aprendería entonces que se conocía su propósito de coger algo sin permiso y que no se aceptaba. El segundo niño aprendería también a compartir, aprendería a no aferrarse a los objetos. Este niño ya había disfrutado y almacenado el recuerdo de la diversión, de modo que sería la emoción de la felicidad lo que desearía y no el objeto.
Imaginé que a mis compatriotas les iba a costar creerse lo de la telepatía mental. Aceptarían fácilmente que en el mundo hubiera seres humanos que se comportaran con crueldad entre ellos, pero serían reacios a creer que en la Tierra hubiera personas que no fueran racistas, que vivieran juntos con una total compenetración y armonía, que descubrieran sus talentos únicos y propios y los honraran, como honran a todo lo demás.
Según Outa, la razón primordial por la que los Auténticos saben usar la telepatía es porque no mienten nunca. No utilizan siquiera una pequeña invención, ni una verdad a medias, ni una grosera afirmación falaz. No mienten en absoluto, de modo que no tiene nada que ocultar. Son gente que no tienen miedo de abrir sus mentes para recibir, y están dispuestos a darse información mutuamente.
Los humanos estaban destinados a comunicarse mediante la telepatía. Las diferentes lenguas y los diversos alfabetos son obstáculos que se eliminan cuando las personas, utilizamos la comunicación mental. Pero yo razonaba que eso jamás funcionaría en mi mundo, donde la gente roba a su empresa, defrauda a Hacienda y comete infidelidades. Mi gente no tolerarían jamás una “mente abierta” en su sentido literal. Hay demasiados engaños, demasiado dolor, demasiada amargura que ocultar.
(Las voces del desierto, Marlo Morgan)
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1 comentario:
La asignatura pendiente de muchas personas es aprender a perdonarse.
Un abrazo.
Marpín y La Rana
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