viernes, 26 de octubre de 2012
Física y química
Aunque todavía no sea de general conocimiento y, a los que ya lo sabemos aún nos cueste trabajo asumir, somos energía. La cuestión ya está demostrada, así que no se trata de creer o no, sino de cambiar el paradigma base y las reglas de juego. Indudablemente, nos conviene hacerlo.
Como energía, inmaterial, invisible, intemporal y omnipresente, estamos afectados por las leyes inmutables, entre otras, de la vibración y la atracción, por lo que la ignorancia al respecto nos sale cara.
Nuestros pensamientos, palabras y emociones, al igual que nuestros cuerpos y todo lo material que existe, es energía que sale al espacio vibrando a una determinada frecuencia, sumando a la misma vibraciones similares y regresando aumentada, como un boomerang o imán, al sujeto que la envió.
Estar consciente del matiz, positivo o negativo, de nuestra energía nos ayuda a elegir deliberadamente nuestros pensamientos y creencias, a fin de que lo que recibamos en forma de experiencias de vida sea lo que queramos y nos guste.
Así, atendiendo y enfocándonos en lo que nos gusta, lo bello, lo bueno, lo positivo, lo agradable, la valoración y el agradecimiento emitimos energía positiva que nos devolverá experiencias agradables y positivas. Al contrario también funciona.
Una buena metáfora al respecto es cuando queremos oír o ver nuestro programa favorito en la radio o TV: sintonizamos la emisora o cadena adecuada. Pues si queremos sentirnos bien y vivir experiencias agradables, nuestros pensamientos, palabras, emociones y relaciones tienen que estar en la “misma onda”.
En cuanto a las emociones, su función fisiológica activa el cerebro y originan respuestas en el organismo. El mayor servicio que nos hacen es protegernos y reforzarnos.
Sin embargo, cuando esas emociones ya se disparan casi en automático y no obedecen a un peligro o situación de riesgo, toda la química generada y la activación de órganos y sistemas de nuestro cuerpo no necesarias, originan problemas de salud y envejecimiento. Por eso a estas emociones que generan una respuesta química negativa en nuestro cuerpo se les denomina “emociones tóxicas”, porque actúan como un veneno de acción lenta pero con resultado letal asegurado.
El amor, la compasión, el perdón, la comprensión, la alegría, etc. son emociones que nos mantienen jóvenes y vitales, cualesquiera que sea nuestra edad biológica. Suman años de vida y calidad de vida a esos años.
Por el contrario, la rabia, ira, odio, culpa, resentimiento, vergüenza, remordimiento… Cualquiera de estas emociones, está comprobado, que puede ocasionar toxicidad en el cuerpo físico por ser metabolizadas como sustancias tóxicas, causando inflamación y comprometiendo el sistema inmunológico. Tras ello, la enfermedad está garantizada.
Que estos apuntes de física y química nos sirvan para tomar conciencia de la importancia de nuestros pensamientos y sentimientos, a la vez que nos hacemos responsables de nuestra salud, bienestar y calidad de vida.
Ana Novo “La Comadrona Espiritual” ® www.creoycreo.com
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